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CRÓNICA | Costa y Nolito liquidan (0-2) a Albania y España es líder de grupo

  • Carmelo Rubio
Dos goles en un buen segundo tiempo deciden una victoria vital para la clasificación. A la selección le costó 54’ encarrilar un partido que dominó de principio a fin y en el que fue mejorando paulatinamente
Armand Duka, presidente de la Federación Albanesa de Fútbol, lanzó un suspiro al finalizar la comida oficial previa a todo encuentro internacional con una breve delegación de la RFEF. Su suspiro tenía que ver con un sueño que, por lo visto, consideraba irrealizable. “Vamos a darlo todo ante España y queremos ganar el partido, pero me temo que es una utopía”. Ninguno de la media docena de sus acompañantes rebatió la sensación de Duka. Y supongo que más por participar de la misma convicción que por opinar lo contrario. La jerarquía es un grado, pero las cosas son como son. Los temores de Duka se cumplieron y en Shkoder, España se encaramó a la cabeza del grupo de clasificación del Mundial 2018.

El campo registró lleno, incluso las terrazas cercanas, lo que antaño se llamaba el "tendido de los sastres"


       Los aficionados albaneses que llenaron a reventar el coqueto y flamante estadio Loro Boriçi de Shkoder no parecieron participar, sin embargo, de la opinión de su presidente. Al estilo de otros países de los Balcanes, el campo ya estaba a rebosar dos horas antes de que comenzara el encuentro, tras fundados temores de que pudiera haber sido suspendido a causa de una tromba de agua desde primeras horas de la mañana hasta bien entrada la tarde. También estaban hasta la bandera las terrazas y ventanas de los edificios próximos al recinto, lo que antaño se denominaba el “tendido de sastres”, es decir, ver el fútbol sin pasar por caja. La aparición de unos claros alejó los temores.

España se encontró por sexta vez con Albania, líder de grupo y con un fútbol modesto, aunque creciente, además de con dos triunfos en dos encuentros menores, ante Macedonia y Liechtenstein, y, por tanto, líder momentáneo del grupo. Una feliz conmoción para quienes hasta ahora veían esas posiciones como algo inalcanzable y con lo más granado de sus futbolistas, emigrados o nacidos en el exterior de padres albaneses, vistiendo los colores de otros equipos nacionales. Cinco que podrían serlo con Albania lo son con Suiza. Es lo que eligieron.

Como hemos visto tantas, tantas y tantas veces, el rival dejó el balón y dos tercios del campo a España


        El temor del presidente Armand Duka a una victoria fácil de España no se materializó. Son frases que suenan bien en los encuentros de hermandad y que se agradecen, pero que están alejadas de la realidad. Máxime si quien debe decidir es italiano, sabe de las diferencias entre ambos equipos y es un fiel defensor de los modos y maneras del fútbol de su país. De Biasi jugó con cuatro defensas, cinco volantes muy próximos a ellos y solo un hombre avanzado, Bekim Balaj. Como hemos visto tantas, tantas y tantas veces, el rival dejó el balón y dos tercios del campo a España. Lo hizo sin ningún aspaviento, sin remordimiento ante su gente y convencido de que así el fútbol interior de su adversario se diluiría en la maraña de jugadores albaneses. No hubo otra intención en Albania que la de forrar su zaga y esperar a una ocasión de fortuna. Es un guión que se repite insistentemente y que no es fácil cambiar.

Lopetegui trató de remediar los problemas a la vista y, sin duda, previstos con una innovación, una defensa de tres, con Ramos, en el lateral derecho; Piqué, en el centro, y el recién incorporado Monreal, en la izquierda. Volcó a Thiago al lado derecho del medio campo, con Iniesta, en el eje, y Koke y Silva, a la izquierda. Ante la falta de enemigos en ataque, más gente en medio campo para tocar. España tuvo así dos oportunidades medio claras en el primer cuarto del primer tiempo, pero al equipo le costó desenvolverse en la zona de los goles, donde más se arracimaron los albaneses. A los 15’, el guardameta Berisha, que ya había hecho demostración de su calidad en un par de apuros previos, desvió providencialmente un balón que Vitolo le había casi cosido al poste izquierdo.

     Enfrentada a lo irremediable de tener que enfrentarse a diez albaneses defendiendo su área, una pena que causa su conocida superioridad, España no encontró en el primer tiempo el ritmo, el toque rápido, el desmarque aún más veloz, ideal para hacer daño por dentro. No sufrió ningún agobio de consideración, pero a su fútbol le faltó chispa en la creación para descolocar al numeroso grupo de defensores albaneses y, sobre todo, gente que sorprendiera en el área. Es verdad que desde hace tiempo ese tipo de fútbol está en el origen de los grandes éxitos que fueron y que hay que seguir con él y con la manera de jugar de los jugadores de los que se dispone, así que no hay otra solución para ese problema que aplicarse con diligencia y habilidad. Esa diligencia faltó y a los 35’ los albaneses incluso se permitieron un remate con peligro, al empalmar Roshi al lateral izquierdo del portal de De Gea un balón que le llegó desde la derecha.

Cuando la selección tiene un hueco, las consecuencias son devastadoras para el enemigo


A los 54 minutos largos, España encontró, al fin, un hueco. Suele ocurrir que cuando la selección los tiene las consecuencias sean devastadoras para el enemigo. Fue un balón que le llegó claro a Silva, en el eje del ataque, inesperadamente libre de adversarios. Silva paró el balón, penetró en vertical, encaró a Berisha y cuando el guardameta esperaba el remate del canario, cruzó a la izquierda por donde entraba Costa. No falló Diego el disparo cruzado y a puerta vacía. Cuatro minutos después, Lopetegui hizo entrar en el campo a Nolito y sacó de él a Vitolo. A Julen podrán discutírseles cosas, como a todos, pero no que juega a ganar con todo lo que tiene. A los 62’, Nolito se hizo con un balón en solitario a media docena de metros del marco albanés, porfió solo en la jugada, se fue hacia la línea de fondo sin apoyos cercanos y allí remató. El balón besó las mallas por segunda vez.
       Si no hubo partido, entendiendo como tal una competencia equilibrada entre los que lo pueden y los que solo lo pretenden, menos la hubo después de las dos dianas. Batida en el marcador, en lo físico y en lo técnico, Albania vio como emergía la mejor España de la noche sin gran aparatosidad, pero de manera más clara cada vez. Thiago, Iniesta, Silva y Koke fueron los corresponsables del relanzamiento de una España que tardó en encontrar los caminos del gol algo menos de una hora y, por tanto, del triunfo, indiscutible, haciendo reales, una vez más, los temores del presidente de la Federación de Albania, que unas pocas horas antes había anunciado, triste, que ganar a España era “un sueño irrealizable”.
Es verdad: tendrá que esperar a otra ocasión.