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11 Mayo 2021

Andresito, cuando lo mejor está por venir

Hablamos con Andrés Alcántara Prieto, jugador de Jimbee Cartagena que el pasado fin de semana hizo tres goles a O'Parrulo Ferrol. El internacional español nos cuenta cómo se enganchó a este deporte, cuáles sus cualidades y qué espera del futuro

Con tan solo 4 años, Andresito (Andrés Alcántara Prieto, jugador del Jimbee Cartagena) se sintió arrastrado por una pasión. Por el fútbol sala. El culpable era su hermano mayor (que entonces tenía 7 años) que jugaba de portero en un equipo de su Córdoba natal. Incluso el propio Andrés (nacido en 1991) comenzó jugando de portero pero como “era un desastre” en ese puesto su padre y hermano le convencieron para que se convirtiera en jugador de campo. Ahí arrancó el sendero que le ha llevado a convertirse en uno de los mejores alas de España.

Admirador de Paulo Roberto (“me enamoró y enganchó aún más al fútbol sala”) y seguidor de la Máquina Verde (de los Luis Amado, Daniel, Schumacher, Marquinho…) ha jugado, entre otros, en el Aspil Vidal Ribera Navarra, ElPozo Murcia Costa Cálida y ahora en el Jimbee Cartagena.

Se considera un jugador de gran olfato goleador, técnico y con visión estratégica al que no le asusta colaborar en defensa: “Me gusta ayudar al equipo, apretar en primera línea y robar balones”. 

Lleva a gala ser honesto en su vida privada y por eso admite que, dado que el fútbol sala actual es muy exigente en lo físico, su principal esfuerzo se dirige, en estos momentos, a “mejorar físicamente en los gimnasios y así ganar en poderío físico y poder medirme a pívots mucho más fuertes”.

Un regalo en forma de debut con la Selección

Su calidad es la que le llevó a la selección española en 2015 en la que es desde entonces un habitual. Su primera convocatoria fue ante Ucrania y “se trató un verdadero regalo de Reyes” (se jugó el 5 de enero de ese año) precedido por una anécdota: “Me llamó personalmente el seleccionador José Venancio López y durante un instante permanecí callado. Creía que era una broma de algunos de mis colegas pero luego me di cuenta de que se trataba del técnico. Fue el mejor regalo de Reyes de mi vida. Un sueño hecho realidad. Nada más colgar no hice otra cosa que contárselo a mi familia y a mis amigos”.

Sus lágrimas tras lograr que su equipo, gracias a dos goles suyos, alcanzara las semifinales de la última Copa de España se transformaron en un ícono del torneo. En esas lágrimas había mucha historia detrás: sobre todo una larga lesión que le impidió estar al cien por cien durante mucho tiempo. Como él mismo dijo:  "Las lágrimas eran de felicidad por el gol y porque he currado mucho por volver a estar en plena forma".

Ahora ya solo piensa en aprovechar su actual momento dulce (este pasado fin de semana marcó tres tantos en el 7-0 frente al O Parrulo Ferrol): “Me quedan mis mejores años y se los quiero dar al Jimbee. Espero darlos en Cartagena”.