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CRÓNICA: De apellido, Mata

JUAN mata con la selección
  • Carmelo Rubio
El volante marca el gran gol del triunfo (0-1) en Skopje que le proporciona a España tres puntos valiosísimos. La selección no exhibió el toque del Carlos Tartiere, pero su superioridad no fue cuestionada por un rival muy rudimentario
Juan Mata es un chico menudo, de poco más de 27 años, hijo de jugador, ya con 35 internacionalidades a cuestas y futbolista del Manchester United. Juega, como es obvio, en la Premier, que no debería ser terreno abonado para profesionales intuitivos, hábiles y sorprendentes por más que Mata no pare, ¡ay de él si lo hace!, los noventa minutos de cada partido. A eso debió enseñarle su padre, ex pieza valiosa de un inolvidable Burgos. Juan Mata es, además de todo eso, un chico con la cabeza bien amueblada. Pero que muy bien amueblada.

Mata juega donde le dicen, cuando le dicen y como le dicen. Es verdad que no ha gozado nunca de estatus de titular en el United y que tampoco lo tiene en la selección, pero ninguna de esas cosas hace mella en el burgalés criado en Asturias. Sabe que eso forma parte del juego, de modo que, como es disciplinado, con Juan ni hay ni habrá problemas. Le sitúen donde le sitúen allá estará con sus quiebros hacia adentro o hacia afuera en función de lo que decida el entrenador.

Del Bosque con una selección a la que podemos denominar “opción B”, dicho sin ánimo de ofender, colocó a Juan Mata como extremo derecho por delante de Carvajal ante Macedonia. No se le dio misión organizadora ante el rival, 104º del ranking FIFA, porque para eso estaban Cazorla, Isco y Silva. En esa ubicación, Juan firmó el mejor de los 11 goles que ha marcado con la selección, cifra nada desdeñable para un centrocampista. El gol, el que hacía el undécimo de su carrera, fue, no obstante, la gran obra de su carrera en su faceta rematadora. Hasta llegar a Skopje las mejores cosas que se habían visto de él eran que es un consumado lanzador de faltas. Tiene una prodigiosa izquierda. Skopje, capital de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, fue testigo de ello.

Todo ocurrió a los 8’, con el juego de unos y otros aún por fijar, en un vaivén impreciso. España tenía más el balón como es casi costumbre ante sus rivales, pero menos que en el espléndido partido de Oviedo, lo que resulta natural dadas las pocas veces que los once de salida habían actuado juntos. Hacía falta tiempo para verlo y para sacar ventaja de la superioridad, visible por cierto, porque el fútbol, que es un asunto grupal, precisa de cohesión para brillar. La presencia de Mata en banda derecha no parecía suficiente motivo de peligro para los macedonios, que no se lo daban al menos en ese terreno de riesgo. Tampoco el guardameta titular Pacovski. El volante español estaba muy lejos de él. No era una amenaza. Se equivocó.

Realmente, ocurrió lo que solo Juan Mata debió imaginar: recogió un balón pegado a la banda derecha, se giró un poco para acomodarse y ganar algo de espacio para golpear y golpeó. Lo hizo de tal forma que en principio nadie supo si el balón, que empezaba a describir una semi parábola iba en busca de la cabeza de algún compañero o se dirigía al marco de Pacovski. Yo creo en la doble intención. El portero quizás en ninguna, pero el caso es que el balón fue acercándose centímetro a centímetro al ángulo superior derecho de su marco hasta alojarse finalmente contra las redes. Pacovski no se dio cuenta hasta que ocurrió; los espectadores de la obra maestra de Juan Mata nos quedamos estupefactos. Otro Juan, Belmonte, dicen que también pasmaba a los aficionados que asistían a su toreo. Pues eso.

El juego español no tuvo el brillo del jugado en el Carlos Tartiere por razones diversas. La selección tocó menos, tocó bastante menos y aunque muy rudimentaria en su fútbol, Macedonia no dio ni ventajas en lo táctico ni facilidades en lo físico, muy corta, sin embargo, en lo técnico. Con menos conexión que en el estadio ovetense, España no tuvo problemas para mantener su hegemonía, pero esta vez menos templada, salpicada por algunas acciones agrias del adversario, dispuesto a no caer sin presentar cierto tipo de batalla. No podía ser la del talento, así que empleó toda su voluntad para lastrar el dominio, claro siempre, aunque no embriagador, de los españoles.

La diana de Mata fue lo mejor de la primera mitad y del partido, pero a punto estuvo de tener que compartir tal gloria. El fútbol es tan extrañamente sorprendente que a los 43’ uno de sus compañeros, Daniel Carvajal, de solo 23 años y cinco veces internacional con el partido de Skopje, estuvo cerca de calcar la que parecía imposible repetir hazaña de Mata. Dani Carvajal, situado más o menos en la misma posición que su compañero, remató y su vuelo si bien no describió la perfecta semicircunferencia del balón que envió Juan, volvió a elevarse, mientras, otra vez el portero Pacovski veía como pasaba sobre su cabeza. Le salvó, no de las críticas del público, que el cuero se estrelló en el larguero. Dos grandes goles idénticos habría sido demasiado.

Macedonia  pegó un gran arreón en el primer cuarto del segundo período a base de lo que tiene: coraje y amor propio. Con esas dos virtudes no se consiguen grandes éxitos, pero pueden minimizar la inferioridad de cualquiera. A veces, hasta meterle miedo. Una falta botada por Hasani que se fue ligeramente alta y un barullo ante De Gea que no supo finalizar Grigorov fueron las mejores opciones macedonias. Ante la presión, Del Bosque optó por dar entrada a Alcácer y poco más tarde a Koke para asegurar más y buscar más peligro. Salieron del campo Costa y Cazorla. A doce del final entró Iniesta, al que, por cierto, el público dedicó una formidable ovación. De Andrés esperan lo mejor hasta en Macedonia.

Como no era fácil aproximarse siquiera al partido de Carlos Tartiere y como cada uno es distinto al siguiente, la victoria, más corta de lo esperado, en Skopje debe entenderse como un buen resultado en la medida que cubre las necesidades de la selección que no podían ser otras que la de sumar tres puntos más. Alcanzado ese objetivo, España aguarda ahora a sus dos retos de octubre, ante Luxemburgo y Ucrania en una situación confortable, que es la que tantos y tantos querrían a estas alturas.

EL DETALLE: MATA ABRIÓ EL MARCADOR CON UN GOLAZO A LO GOIKOETXEA

FICHA TËCNICA

Macedonia
Pacovski, Brdarovski, Sikov, Ristevski, L. Zhuta, Aškovski (77' Bardi), Gligorov, Petrovikj, Hasani, Radeski (84' Ibraimi), Ivanovski (70' Trajkovski)
España
De Gea, Carvajal, Ramos, Piqué, Bernat, Busquets, Cazorla (68' Koke), Isco (78' Iniesta), Mata, Silva y Diego Costa (61' Paco Alcácer)
 
0-1 Mata (min.8)
El italiano Paolo Tagliavento amonestó con tarjeta amarilla a Diego Costa, Petrovikj, Sergio Busquets, 
Jornada 8 de la Fase de Clasificación en el Grupo C para la Eurocopa de Francia de 2016
El partido se jugó en el Estadio Filip II con una temperatura de 24º