El Sabio de Hortaleza no recibió su apodo por casualidad. Luis Aragonés Suárez (1938-2014) puso todo su conocimiento futbolístico al servicio de los clubes que contaron con él y también al servicio de la Selección Española. Con esta, consiguió el segundo título de su historia y, sobre todo, romper aquel halo de fatalismo ante las grandes citas que nos rodeaba previamente.
Como centrocampista, con el 8 a la espalda en “su” Atlético de Madrid, había dado muestras de un talento genuino y distinto. Aquel jugador que debutó apareciendo, por error, en algunas alineaciones en la prensa como “Ruiz” (muy probablemente por la confusión, casi de chiste, con “Luis”), se convirtió con el tiempo en un referente colchonero. Tres campeonatos ligueros de Primera División, dos copas y un subcampeonato de Europa en sus 10 temporadas en ese club le dieron un palmarés muy considerable. A ello sumó un trofeo Pichichi (en la temporada 69/70), nada desdeñable teniendo en cuenta que no era delantero. Fue 11 veces internacional y anotó tres goles.
Pero al verdadero y gran Luis, ya convertido en “Luis Aragonés” – a veces, incluso, con ese “don” por delante reservado a los más grandes -, se le vio en los banquillos. Entrenador de carácter, forjador de vestuarios, motivador de jóvenes, conoció la gloria y los títulos en “su” Atlético, las grandes experiencias en los vestuarios de FC Barcelona, RCD Espanyol, Sevilla, Valencia o Betis, entre otros… hasta llegar en 2004 a la Selección Española.
Demostró que España sabía ganar
Luis Aragonés no entendía de retiros dorados y lo demostró en aquellos cuatro años en los que sentó las bases de la época más gloriosa de nuestro combinado nacional. Si en el Mundial de 2006, una selección joven y aún inexperta cayó en octavos ante la Francia de Zidane, que después llegaría a la final de aquel campeonato… ese mismo grupo, dos años después, se coronó campeona de Europa.
Era 2008, 44 años después de aquella Eurocopa en blanco y negro. España sabía ganar, España podía ganar. Y España ganó. Había hecho que “la Selección” fuera “La Roja”. Ésa fue una de las grandes lecciones de don Luis Aragonés, que se marchó del banquillo consciente, seguro de que había sembrado el futuro que nos daría el Mundial de 2010 y una nueva Eurocopa en 2012.
El fútbol español no puede olvidar lo que Luis Aragonés le dejó como legado. Por ello, el salón de actos de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, sede de la RFEF, lleva su nombre: para que su sombra alargada esté presente en las grandes citas del balompié de nuestro país. Por eso, también, su número 8 cuelga de la fachada del pabellón en esa misma Ciudad del Fútbol. Y por eso, entre otras cosas, desde la RFEF se elaboró un documental, disponible en Amazon Prime Video, titulado “El sabio del éxito”. Porque la figura de Luis Aragonés sigue siendo inmortal. 10 años después del fallecimiento de la persona, la leyenda permanece.
