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11 Julio 2014

Los suplementos de testosterona aumentan entre un 20 y un 30% el riesgo cardiovascular

 
El estudio, realizado por el departamento de Epidemiología de la Universidad de California, en Los Ángeles, Estados Unidos, y publicado en Plos One, ha revisado el historial médico de 55.000 hombres tratados con testosterona, en los que ha comparado el riesgo de padecer un infarto de miocardio un año antes de empezar el tratamiento y 90 días después de la primera dosis hormonal.



También se ha visto que, una vez pasados 90 días después de suspender el tratamiento con testosterona, se restablecían los valores de riesgo cardiovascular inicial previos al tratamiento.



La testosterona es una hormona anabólica producida fundamentalmente en los testículos, aunque también se produce en los ovarios, y en glándulas suprarrenales. Esta hormona juega un papel fundamental en el desarrollo de los órganos sexuales, y en los caracteres sexuales secundarios como el aumento de la masa muscular, el crecimiento del pelo corporal (barba y tronco), y aspectos psicológicos como la líbido y la agresividad.



Los niveles de testosterona segregados de manera fisiológica en los testículos y ovarios, es decir, de testosterona endógena, se ven reducidos progresivamente a partir de los 40 años debido al proceso de envejecimiento, contribuyendo a la aparición progresiva de síntomas que comienzan por reducción del vigor y fuerza muscular, posteriormente disminución de las erecciones matutinas y finalmente disfunción eréctil y pérdida del deseo sexual.

 

Endógena vs exógena


Mientras que la testosterona endógena tiene efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular, ya que mejora por ejemplo la vasodilatación arterial, los suplementos exógenos de testosterona pueden tener otros efectos negativos relacionados con policitemia (aumento de hematíes que produce hemoconcentración), incremento de la coagulabilidad sanguínea, disminución del HDL-colesterol, hipertensión arterial y efectos sobre la próstata en determinados grupos de pacientes.



Esta mengua hormonal se asocia al incremento de enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, obesidad y sarcopenia (disminución de masa muscular), aunque la suplementación de testosterona en dosis elevadas se ha asociado a muerte súbita cardiaca y a patologías degenerativas hepáticas y testiculares.



El conjunto de sus efectos metabólicos anabolizantes, especialmente sobre el desarrollo de la masa muscular (mejora de la fuerza y resistencia muscular), han sido utilizados por deportistas para mejorar su rendimiento, aunque la utilización de esta hormona es ilegal por estar incluida en la lista de sustancias dopantes.