Actualidad
01 Abril 2020

MUSEO VIRTUAL (III) | El recuerdo imborrable de los campeones del 64

El Museo de la Selección guarda un lugar muy especial para los hombres que en 1964 acabaron con 44 años de travesía del desierto

Es un lugar especial, para homenajear a aquellos futbolistas que, bajo la dirección del seleccionador José Villalonga, por fin dieron una alegría a la afición española conquistando un título internacional: la Copa de Europa de Naciones.

El camino hacia ese triunfo comenzó en noviembre de 1962 cuando el equipo de Villalonga se midió a Rumanía. La “selección de la esperanza”, como se la llegó a conocer, se deshizo de los rumanos, luego de Irlanda del Norte (eliminatoria donde brillaron el portero Pepín Casas y Paco Gento) y Eire. En la fase final, disputada en España, los hombres de Villalonga se deshicieron de Hungría en semifinales (2-1) y se encontraron en la final con la URSS, que se había deshecho en el Nou Camp de Dinamarca.

La final se jugó el 21 de junio de 1964 en un estadio de Chamartín abarrotado (80.000 espectadores) y con la presencia en el palco de Franco, cuyo gobierno, 4 años antes, había impedido que la selección se midiera a los soviéticos en cuartos de final de la Eurocopa. El partido, en el transcurso del cual lloviznó sobre Madrid, tuvo un inicio espectacular: Pereda, a centro de Luis Suárez, adelantó a los españoles en el minuto 5. Galimzian Khusainov empató muy poco después. Cuando sólo quedaban seis minutos para el final, Marcelino anotó el 2-1 de cabeza tras un pase de Pereda.

Ese tanto valió un título y supuso que Marcelino fuera elevado a la categoría de héroe nacional. El otro gran héroe de aquella jugada fue Pereda quien ya había sido determinante cuando le marcó un gol a Hungría en la semifinal y anotó el primero, también, de la final ante los soviéticos. El gran tanto de Marcelino no se entiende sin la gran jugada de Pereda: su espectacular carrera junto a la línea de cal por la derecha y el centro medido que acabó en el testarazo preciso del ariete. Si Marcelino se convirtió en el hombre-gol llamado a ocupar los libros de historia, Pereda fue el autor de la asistencia y Luis Suarez actuó como el estratega del encuentro y en esa jugada decisiva.

No hubo una sola clave en aquel éxito. La estabilidad en el banquillo (Villalonga) resultó un factor muy importante como lo fue también el bloque de jugadores que se conformó. En portería, brilló un hombre que haría historia, Iribar. En defensa también los cuatro últimos encuentros estuvieron protagonizados por la tripleta Rivilla-Olivella-Calleja. Como Zoco y Fusté lo hicieron en la medular. Arriba, Amancio se hizo con el puesto en la banda derecha. En el lado izquierdo el dueño del puesto era Gento, pero su lesión en 1964 abrió las puertas a Lapetra quien fue titular desde cuartos. Villalonga, tras probar como ariete con Veloso y Zaldúa acabó encontrando en Marcelino a su hombre gol que tan buen resultado le daría en la final de Chamartín. Desde el partido ante Irlanda, Pereda fue el indiscutible interior derecha. Y el cerebro de aquel conjunto era el gran Luis Suárez.

VISITA VIRTUAL COMPLETA

[view name="noticias_relacionadas" display="block_museo"][/view]