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06 Junio 2024

(Una) Historia de la selección (XIII): del fracaso de 1958 a la Eurocopa de 1960

La Selección Nacional cierra los años 50 con un fracaso, con la disputa de la primera Eurocopa y preparando, sin saberlo, lo que serían las bases de su primer título continental: la Eurocopa de 1964. Y ello, con intrigas políticas de por medio, como el partido que, en 1960, no se llegó a jugar... contra la URSS

 

INTRODUCCIÓN

En los años 60, España volvió a la élite del fútbol mundial dejando atrás los duros momentos del decenio anterior: en ese tiempo disputó dos fases finales de Campeonatos del Mundo (1962 y 1966) y conquistó una Eurocopa en 1964.

El periodo que se extiende desde el fracaso de 1958 a la conquista de la Eurocopa en 1964 (con el epílogo de la disputa del Mundial del 66) puede dividirse en dos etapas claramente diferenciadas: antes y después del nombramiento de José Villalonga como seleccionador.

El primero fue el periodo de las expectativas frustradas (1958-62): como en la etapa anterior (entre 1951 y 1957), el banquillo español no tuvo dueño fijo, dinámica que acabaría cuando Villalonga se hizo cargo del equipo entre 1962 y 1966 como seleccionador, si bien desde 1960 su presencia era ya constante como preparador/entrenador.  La etapa previa a Villalonga estuvo marcada por la falta de continuidad: en cuatro años hubo un seleccionador/entrenador –Meana-; dos Comités Técnicos con sus entrenadores respectivos –Helenio Herrera, José Villalonga y Luis Miró- y dos seleccionadores únicos –Pedro Escartín y Pablo Hernández Coronado- acompañados por sendos entrenadores –Miguel Muñoz y HH.

Meana, que había tomado las riendas del equipo en 1957 continuó como máximo responsable durante todo el año 58 y la mitad de 1959 pese a no lograr la clasificación mundialista. Sin embargo, a pocos días de que la selección debutase en la fase de clasificación para la Eurocopa, Meana dimitió (o las circunstancias le forzaron a dimitir). En ese momento, la Real Federación Española de Fútbol, que presidía el doctor Alfonso Lafuente Chaos, potenció el papel de la Comisión Técnica –que existía desde 1955- compuesta por un dúo seleccionador para sustituir a Manolo Meana. Hasta 1957 componían esa Comisión tres médicos y ex jugadores de fútbol. El trío lo formaron los doctores Ramón Gabilondo, Jaime Lazcano y José Luis Costa. Tras la salida de Lazcano, Gabilondo y Costa fueron los encargados de designar, a su vez, a Helenio Herrera como entrenador del equipo nacional. En agosto de 1959 el periodista del diario barcelonés Mundo Deportivo, José Luis Lasplazas, ocupó el puesto dejado en marzo de 1957 por Lazcano.

Este triunvirato apostó, hasta 1960, por nombrar como entrenador de la selección a técnicos en activo que estuvieran en el banquillo de algún equipo. Así ocurrió con HH quien dirigía en ese momento -1959- al Barcelona; continuaría esa tradición con José Villalonga del Atlético de Madrid y con Luis Miró del Sevilla. Con HH el equipo fue tomando forma, avanzó en la primera Eurocopa hacia los cuartos eliminando sin problemas a Polonia y logró victorias resonantes ante Italia e Inglaterra aunque no pudo ir más allá de los cuartos de final al cruzarse la URSS e impedir el régimen franquista la disputa de esa eliminatoria.

 

A partir de 1960 y hasta la clasificación para el Mundial, una sola figura asumió la labor de seleccionador (Pedro Escartín) acompañado de un entrenador (Miguel Muñoz). La selección afrontó el Campeonato del Mundo de Chile de 1962 con esa misma estructura pero con diferentes nombres: Pablo Hernández Coronado como seleccionador y Helenio Herrera como entrenador.

Tras el fiasco mundialista, tomó las riendas José Villalonga ya no solo en calidad de entrenador como en 1960 sino en funciones de seleccionador. Unas riendas que no abandonaría hasta 1966 consiguiendo en ese periodo el primer título de la historia de la selección española, la Eurocopa de 1964.


 

1958-1962
El periodo de las expectativas frustradas

De la decepción del 58 al éxito interrumpido del 60

El tramo final de la etapa Meana (1958-59)

Meana continuó en el cargo pese a no lograr llevar al equipo para el Mundial de 1958 y, acto seguido, asumió un doble reto: levantar la moral de los jugadores y conseguir la clasificación para las siguientes citas internacionales. Solo le dio tiempo a dirigir a la selección en los encuentros amistosos preparatorios para encarar la primera Eurocopa de la historia. En esos dos partidos buscaba reivindicar el valor de la selección española tras el varapalo que había supuesto no estar en el Mundial y demostrar lo injusto de la eliminación.

Meana, con vistas a las dos grandes citas en perspectiva –la primera Eurocopa prevista para 1960 y el Mundial de Chile de 1962- trabajaba para conformar un bloque que gozara de continuidad y forjara un personalidad propia. Entre esos mimbres sobresalía la línea de ataque formada por Miguel, Kubala, Di Stefano, Suárez y Gento. Sin embargo, en junio saltaba la sorpresa: Meana dimitía tras mantener una reunión con el presidente de la RFEF, Lafuente Chaos, en la que aparecieron discrepancias entre ambos.

La etapa de Helenio Herrera (1959-60)

El fin de la etapa de Meana se gestó tras una reunión del Comité directivo de la Real Federación Española de Fútbol centrada en examinar la situación del equipo nacional y sus posibilidades con vistas a los campeonatos de Europa de Naciones y del Mundo de 1962. El Comité llegó a la conclusión de que para evitar los fracasos del 54 y el 57 existía la “necesidad ineludible de una metódica preparación, sin la que cualquier selección pierde eficacia”. Los acuerdos que se alcanzaron versaban sobre el reparto de funciones entre un Comité Técnico encargado de seleccionar y un entrenador del conjunto nacional.

La nueva apuesta de la RFEF fue Helenio Herrera, más conocido como HH. Su objetivo era acomodar a la selección a los nuevos tiempos, renovándola y modernizándola con el objetivo de lograr regresar a la élite. Herrera, en ese momento entrenador del Barcelona, equipo con el que ganó dos Ligas y la Copa del 59, se convirtió en el hombre llamado a sustituir a Meana no como seleccionador sino como preparador del equipo nacional. HH era un hombre experimentado y cosmopolita, hecho a sí mismo, culto y conocedor de varios idiomas;  un innovador preocupado por preparación táctica, por el uso de la pizarra magnética e impulsor de la figura del “líbero” y los marcajes individuales. Llegaba al combinado nacional con una dilatada experiencia. En 1959 tenía por delante otro reto: que España hiciera un buen papel en la nueva competición creada por la UEFA.

En junio de 1959 la selección comenzó su andadura en esa primera Copa de Europa de Naciones. El Comité Técnico (José Luis Costa y Ramón Gabilondo), en su convocatoria inicial se apoyó en el Barcelona (8 convocados) y el Madrid (4) con añadidos del Atlético de Madrid y de Bilbao –ambos con dos convocados- y uno del Valencia y del Betis. Destacaba el regreso de Ramallets, ausente desde 1957, y la presencia de un jugador emergente, el bético Luis Del Sol.

El equipo se concentró en La Berzosa (Madrid) a las órdenes de Helenio Herrera para preparar el primer duelo de España en una Eurocopa: el rival iba a ser Polonia. HH desgranó días antes cuáles eran los pilares de su proyecto. Empezando por su esfuerzo en demostrar que ni su condición de extranjero (nacido en Buenos Aires en 1910) ni de, en ese momento, entrenador del Barcelona eran obstáculos para desarrollar su función al frente del equipo nacional (“desde hace once años me siento unido a la gran familia del fútbol español… por mis venas corre sangre española… cuando el futbol español estuvo últimamente en la Copa del mundo lo hizo con Benito Díaz, que también era preparador de la Real Sociedad”).

 

Su gran aspiración pasaba por crear lo que calificaba como “el club España” para dar a la selección un aire de mayor cohesión. HH, quien empezó a llevar a Ángel Mur como masajista, buscaba implantar en la selección esa dinámica de equipo con concentraciones más habituales y periódicas de dos días por semana. El equipo, antes de partir hacia Polonia mantuvo un régimen de entrenamientos matutinos en el Metropolitano.

HH era muy meticuloso con las comidas (en las cuales, por ejemplo, se prescindía de las especias y de las grasas) y el descanso: estableció que los jugadores se levantaran a las 9 de la mañana y se acostaran a las diez y media. El reposo que HH trataba que cumplieran sus jugadores era de doce horas y media cada día y en el cronograma no faltaba la asistencia a misa. De hecho, antes de disputar el partido ante los polacos, los jugadores asistieron a una ceremonia religiosa.

Su gran aspiración pasaba por crear lo que calificaba como “el club España” para dar a la selección un aire de mayor cohesión. 

DE HELENIO HERRERA

HH tomó el partido contra los polacos como un necesario punto de inflexión para la selección. En ese sentido trató de dejar un mensaje claro y contundente: “Queremos que el resultado en el estadio de Chorzow sea la bomba que anuncie en Katowice el nuevo resurgir del fútbol español”. Y así fue: Katowice, a las cinco y media hora polaca, fue el escenario donde España debutó en una Eurocopa.

HH optó por situar a Ramallets como portero, a Garay en defensa junto a Olivella y Gracia; Segarra y Gensana eran los dueños de la medular apoyados en un jugador más adelantado como Luis Suárez; y en el ataque Di Stefano y Mateos como dúo de arietes acompañados en las bandas por Tejada y Gento. Ese sería el equipo base a lo largo de la etapa de HH que triunfó sin paliativos en su primer partido en una Eurocopa.

Tuvo capacidad goleadora (se impuso 2-4) y desplegó un gran juego su centro del campo. Tras adelantarse Polonia a través de Pohl, Di Stefano en dos ocasiones (ambas en combinación con el madridista Mateos) y Luis Suárez llevaron el marcador hasta el 1-4, convertido por los polacos en 2-4 en el minuto 72.

Suárez, autor del primer gol de España en una Euro, recordaría años después que

“cuando viajamos a Polonia no éramos conscientes de la dimensión ni de la importancia que posteriormente ha adquirido el torneo. Te empiezas a dar cuenta de la magnitud del evento cuando ves el nivel de juego que hay y cuando luego, los medios, también juegan su función para engrandecerlo”.

La selección salió muy reforzada de ese encuentro como destacaría Mundo Deportivo que tituló su crónica con un significativo  “¡AL FIN!”.

El Escorial (el tradicional hotel Felipe II) acogió a los convocados para el duelo de vuelta contra Polonia que se celebró en Chamartín a las 8:30. HH eligió a los mismos que había saltado al césped en Katowice (salvo por la entrada de Kubala por Mateos) y el resultado fue una nueva victoria, fácil y contundente (3-0). Los tantos de Di Stefano, en la primera mitad, y de Gensana y Gento en la segunda (en todos con una participación decisiva de Kubala) inclinaron la balanza hacia un equipo español que recibió las duras críticas de un público que esperaba mucho más.

No solo el 4-2-4 español se impuso al cerrojo polaco sino que HH parecía haber encontrado su once base. La selección, sabiéndose superior, y con la eliminatoria encarrilada no desplegó un buen juego y pese a la victoria y a la clasificación los jugadores españoles abandonaron el terreno de juego molestos y cabizbajos como se puede apreciar en la foto:

 

El "no partido" contra la URSS

Solo quedaba conocer el rival de la siguiente fase que salió del sorteo celebrado en París: el emparejamiento fue con la URSS y los presidentes de las dos federaciones (Lafuente Chaos y Valentin Granatkin) fijaron el calendario de partidos: la ida, el 29 de mayo en Moscú y la vuelta, el 9 de junio en Madrid, con un posible desempate en Roma o París.

En enero de 1960, nada hacía presagiar que no habría partido contra la Unión Soviética. Una fuente cercana a la RFEF confesaba a Marca que

“si España, como todos deseamos y  esperamos, elimina a  Rusia y pasa a las semifinales, tendrá que afrontar la fase final en el país que se designa, que también esperamos sea el nuestro.  Naturalmente, ello traerá como consecuencia un reajuste en el calendario de la Copa”.

El 13 de enero la URSS daba a conocer la preselección de 28 jugadores para el encuentro contra España y en el mes de febrero la española retomó su puesta a punto. En marzo de 1960 todos los esfuerzos continuaban centrados en preparar la eliminatoria contra la URSS. Con vistas a esa cita se establecieron duelos amistosos con dos de las grandes selecciones mundiales, Inglaterra e Italia.

En mayo HH, recién destituido como técnico del Barcelona, dirigió la más importante concentración (en el hotel Felipe II de El Escorial y con entrenamientos en el Metropolitano y Chamartín) con vistas al ya inminente duelo preparatorio ante Inglaterra y el de cuartos de final de la Eurocopa contra la URSS. Se formaron dos equipos (uno para el duelo con los ingleses y otro –el B- para jugar con Marruecos).

El viernes 20 de mayo, Helenio Herrera dio la lista de 20 jugadores para el duelo con los soviéticos. Los convocados quedaron citados en Madrid el martes 24 para viajar a Moscú el día 27. A partir de este anuncio, los rumores empezaron a expandirse. Luis Suárez recuerda que "algo pasaba, oíamos cosas, pero no pensamos que no se fuera a jugar". Los jugadores llegaron al hotel de concentración y a las doce del mediodía les dieron la noticia. El miércoles 25 de mayo apareció en toda la prensa española el mismo comunicado, breve y escueto:

"La Federación Española de Fútbol ha comunicado a la F.I.F.A. que quedan suspendidos los encuentros de fútbol entre las selecciones nacionales de España y de la URSS para la Copa de Europa de Naciones".

 

 

La decisión de no jugar ante la URSS acabó de tomarse en el último Consejo de Ministros, que se celebró en Pedralbes en el que salieron victoriosas las tesis de Carrero Blanco y Alonso Vega (Ministros de la Presidencia y de la Gobernación, respectivamente). Prueba de ello es que Alfredo di Stéfano recibió una explicación del presidente de la Federación, Alfonso Lafuente-Chaos, quien le transmitió que se trataba de una orden tomada “por los que mandan. No vamos a Moscú, lo ha dicho Franco". Algo parecido le llegó a  Luis Suárez:

"Nosotros estábamos seguros de que les podíamos ganar y ser campeones de Europa, pero nos dijeron que eran órdenes de arriba, de Franco, y que no había nada que hacer".

Lafuente Chaos, el presidente de la Federación, viajó de forma precipitada a París para buscar una solución: jugar en campo neutral, disputar los dos partidos en Moscú, renunciando a los derechos económicos, pero los rusos rechazaron cualquier otra opción. La URSS trasladó el asunto a la UEFA que decretó la expulsión de España de la Eurocopa y el pase automático de los soviéticos a la fase final. Ramón Ramos en “¡Que vienen los rusos! España renuncia a la Eurocopa de 1960 por decisión de Franco”, sostiene que

"el Gobierno decide que España no va a jugar los partidos pero la Federación intenta por todos los medios revocar esa orden y convencer a Franco (para que) permita a la selección jugar en Moscú y que a la semana siguiente la selección soviética venga a España".

Según Ramón Ramos, la gran preocupación del régimen no fue tanto que España se trasladara a Moscú, sino que "una delegación soviética viajase a Madrid y se produjeran altercados". También estaba el hecho simbólico de que enfrente de Franco, en el Bernabéu, ondeara una bandera roja de la URSS con la hoz y el martillo:

"Todo el mundo sabe que España renunció a jugar, pero la novedad es que España se inscribió en la primera Copa de Europa de Naciones a pesar de que ya en el año 58 había consultado al Ministerio de Asuntos Exteriores y este le había respondido que era criterio del Gobierno que ninguna selección española se inscriba en competiciones en las que pudiera darse la posibilidad de enfrentarse a Rusia. En la prensa extranjera se justificó la renuncia española en el marco de este incidente y por el fracaso de la Conferencia de París".

Ramos sostiene que en el Consejo de Ministros en el que se decide que España no jugara ante la URSS hubo un debate entre los duros del régimen -militares sobre todo- y los más aperturistas que intentaban demostrar que los éxitos deportivos contribuían a mejorar la imagen externa de cualquier régimen político, "ya sea dictadura de derechas, comunista, democracia, república...". Al final, "los más conservadores dentro de un régimen muy conservador" impusieron sus tesis.