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Ferran Torres, la increíble efectividad del tiburón

Conocemos el lado más íntimo del MVP del duelo ante Albania, quien presenta unos guarismos sensacionales con España

Todo el mundo felicitaba a Ferran Torres por las entrañas del Düsseldorf Arena, feliz el atacante con el trofeo que le acreditaba como MVP después de su notable encuentro ante Albania. Ganó España y lo hizo con un gol del valenciano, otro trofeo para una colección que no para de crecer. “Tengo una especie de vitrina en casa y ahí tengo tanto los títulos individuales como los colectivos. Es una manera de que, cuando vas por casa y subo a la habitación, siempre paso por delante y es una manera de recordar todo lo que estoy haciendo”, resume.

Algo le pasa a Ferran cuando se enfunda la camiseta de España, a él mismo le cuesta entenderlo. Marca cada 133 minutos, y ese registro le coloca entre los mejores. “Veinte goles, quién lo diría… Parecía hace dos días que debutaba con la Selección y, siempre lo dicho, con la Selección sale un Ferran que ni yo mismo conocía. Siempre dije que quiero hacer historia con la Selección, meterme entre las leyendas que están entre los máximos goleadores, y seguir soñando a lo grande”.

Lo hace con su rutina, con sus maneras de entender la vida, con su música. “A lo largo del día voy cambiando de música. Es verdad que por las mañanas me apetece algo más calmado, más tranquilo, pero conforme va pasando el día y se acerca el partido ya me gusta algo más de salseo, reguetón… Al final te ayuda a motivarte más”.

Y lo hace con el recuerdo de su gente, representada en una cruz que tiene un valor incalculable para él. “La cruz es un regalo que me hizo toda mi familia, mis amigos y mi equipo de trabajo. Guardo con mucho cariño. También la fe que tengo tanto en mí como en las energías que transmitimos es algo que me acompaña en los partidos, es una manera de, cuando veo la cruz, ver a mi gente”.

En Alemania, Ferran Torres huele a sangre y quiere más, por algo se siente tan cómodo con lo del apodo de tiburón que nació de la manera más inesperada. “Las espinilleras del tiburón… Fue el regalo de un fan, que me las regaló a cambio de una camiseta. Le di la camiseta y, cuando vi las espinilleras, me gustaron muchísimo. Las mías ya estaban desgastadas, me las puse y me están dando suerte…”.

Tiene sus supersticiones y también sus rutinas, mal no le ha ido. Por eso, antes de cada batalla se dedica un tiempo de silencio en el vestuario. “Es un momento de la tensión del partido, vienes de calentar, estás con pulsaciones muy elevadas… Es un momento de hablar conmigo mismo, de analizar la situación, de transmitirme tranquilidad… De traerme calma a mí mismo”.

También le relaja mucho el bañarse en agua helada cada mañana, a 8 grados está la pileta, puede que incluso menos. “Al principio empecé yo solo. A base de ser muy pesado, me pude traer a Pedri cada mañana… Es una manera de superarte a ti mismo. Cuando salimos de la cama no tenemos ganas de meternos en algo tan frío como nos metemos. A nivel físico, nos ayuda. Y para manejar a nivel mental las emociones, me ayuda mucho empezar con un baño frío”.

Así es Ferran Torres, un delantero curtido en mil batallas, muy seguro de sí mismo y cada día más consciente de que en el fútbol hay días buenos y otros que no lo son tanto. Así lo lleva grabado en su piel. “Es un tatuaje que tengo en el tobillo, me lo hice con mi hermana y con mi primo y significa que me niego a hundirme, por mucho que vayan mal las cosas, los malos días también pasan y hay que saber afrontarlos con la misma ilusión con la que afrontas un buen día”.