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Historia de la Selección (VI): la Selección en los años previos a la Guerra Civil (1934-36)

Tras el sabor agridulce dejado por el Mundial de 1934, España vivió, a continuación, un bienio (1935 y 1936) de grandes victorias y algún que otro tropiezo antes de que la Guerra Civil lo paralizara todo. De aquellos encuentros antes de la contienda destaca uno en especial: el que se jugó en 1935 cuando la selección española viajó a la Alemania de Adolf Hitler a jugar un amistoso contra el conjunto germano

Mar, 16/01/2024 - 16:00
El año 1935

Antes de viajar a tierras germanas, el equipo disputó en 1935 dos encuentros, en los que se impuso a Francia y empató a tres con Portugal.

En Chamartín, la selección derrotó en enero al combinado galo por 2 goles a 0 con tantos de Regueiro e Hilario. García Salazar utilizó para este encuentro la misma base de equipo que alineó durante el Campeonato del Mundo. El combinado nacional, que había estado concentrado en El Escorial y derrotado 7-4 al Bóchsay de Budapest en un partido de entrenamiento, se apoyó para ganar a los galos en la seguridad de Zamora atrás, la efectividad defensiva de Cilaurren y la capacidad goleadora del quinteto ofensivo en el que, en esta ocasión, brilló Luis Regueiro.

Ante Portugal, en mayo, García Salazar introdujo importantes cambios: en la portería jugó Guillermo Eizaguirre en vez de Zamora. El compañero en defensa de Quincoces fue Areso (Betis) quien ya había debutado en el anterior encuentro ante Francia. En el centro del campo seguían el indiscutible Cilaurren y el cada vez más importante Simón Lecue que llegaría a las siete internacionalidades. El seleccionador probó en el medio centro con el debutante Soladrero (Oviedo) quien jugó su único encuentro como internacional. Arriba la gran novedad era el regreso por la derecha de Ventolrá acompañado de los clásicos Luis Regueiro, Lángara, Iraragorri y Gorostiza.

El equipo empató a tres (goles de Ventolrá, Lángara y Gorostiza) dando una mala imagen que culminó ya por la noche con un feo incidente en un cabaret de Lisboa cuando Gorostiza y Casuco (Oviedo) se enzarzaron en una pelea. Este último, quien inició el incidente, quedó excluido del equipo que viajaría a Alemania.

 

Victoria por 1-2 ante la Alemania nazi

EL VIAJE A COLONIA

El partido ante los alemanes se celebró el 12 de mayo de 1935 en la ciudad de Colonia.

El capitán alemán Conen adelantó muy pronto a los locales, pero dos goles de Isidro Lángara antes del descanso dieron la victoria al combinado de Amadeo García Salazar.

Unos 80 mil espectadores vieron aquel encuentro, el primero en la historia entre alemanes y españoles, en el que salió a relucir el momento político que vivía el país centroeuropeo en pleno apogeo del régimen nazi, tal y como subrayó el diario La Vanguardia cuando tituló que “el nacionalismo alemán estaba desbordado. Se concedía una importancia sensacional a esta lucha". El periódico catalán publicó cinco días después un suplemento ilustrado con 13 fotos del encuentro. En una de ellas se puede apreciar cómo en el momento en el que el equipo español saltó al campo, los alemanes hicieron un pasillo con el brazo en alto.

España, en esta ocasión, no solo ganó sino que convenció por su juego y por el resultado obtenido: la gran imagen ofrecida en la cita mundialista italiana el año anterior tenía continuidad en 1935. Una imagen que agradó especialmente fue la importante presencia española que acudió al estadio como reseñara el periódico ABC. 

 

 

Eduardo Teus, en el diario El Sol, prefería centrarse en cómo España había puesto en evidencia las debilidades del nuevo sistema táctico, la emergente WM, que se estaba poniendo de moda y que era utilizada por el bloque germano:

Realmente no es ninguna novedad. El seleccionador alemán, doctor Nerz, la ha adoptado de la seguida en Inglaterra por la mayoría de los equipos. Táctica acertada cuando los terrenos están blandos y pesados por la lluvia, aunque poco práctica en campos de bien cuidada hierba, como el de Colonia; pero endurecidos por el tiempo seco. En esas condiciones, con un equipo rápido enfrente, se corre el riesgo de dejar una laguna demasiado ancha en el centro del campo, pese a retrasar a los interiores, facilitando al contrario el poder marcar bien al ataque. No tenía sólo enfrente a la alocada furia latina de Francia. La de España encontraba su complemento en una excelente técnica”.

 

En una gran crónica, el futuro seleccionador, Eduardo Teus, con su certera pluma, definió y sobre todo detalló las características del juego de aquella selección española de los años 30. Un equipo que basaba su juego en la rapidez (“Pocos pases cortos y ni un solo regate. Se burlaba al centrarlo con la velocidad en la acción y el desplazamiento largo del balón en cambios que desconcertaban a los alemanes”); en el derroche de “furia” y cerebro (“Hubo cabeza. No todo fué entusiasmo”), y que se marchó del terreno de juego demostrando que no eran once individualidades (“Sensación de equipo completo la que dio España. Cuando atacó, por la profundidad y agilidad de su fútbol, y al defenderse, por la forma serena, consciente y ordenada con que lo hizo”).

El año 1936

A diferencia de lo ocurrido en 1935, en el año 36 la selección dejó mal sabor de boca en todas las citas que afrontó. Cosechó la primera derrota en casa en su historia cuando cayó ante Austria en enero. Pedro Escartín, quien actuó como linier en este encuentro, resumió lo sucedido: “Desorden en la línea defensiva de España  y desconcierto tremendo de Eizaguirre”.

Luego llegó la segunda caída en casa, esta vez frente a Alemania en febrero. Un partido que no escapó del ambiente de tensión política que vivía España: el encuentro se jugó el 23 de febrero, en el mismo momento que se estaban celebrando las elecciones de ese año (el 14 y el 23 de febrero) en las que salió vencedora la coalición de izquierdas del Frente Popular.

Simón Lecue, recordaría años más tarde en Marca la tensión que rodeó a ese encuentro:

“Cuando los equipos estaban preparados para salir al campo nos vinieron a decir que la banda de música no quería tocar el himno alemán. Claro está, nuestros adversarios protestaron e incluso se negaron a saltar al campo. La cosa fue bastante desagradable y violenta y al fin se consiguió que salieran los dos equipos juntos y que no se tocara ninguno de los dos himnos nacionales. Nos contentamos con unos cuantos gritos en el centro del campo”.

A continuación, el combinado español emprendió una gira por Europa que se saldó con derrota ante Checoslovaquia (1-0) y con la única victoria del año (0-2) ante Suiza en Berna.

 

El bienio 35-36 fue un periodo de numerosos cambios en el equipo nacional que parecía estar entrando en un momento de transición: ante el inminente adiós de Zamora, pasó por la meta española, Guillermo Eizaguirre, cuya floja actuación ante Austria le dejó fuera del combinado. Entonces pareció que se consolidaba bajo los tres palos Gregorio Blasco, el portero del Athletic, quien ocupó el marco en Praga y Berna. Igualmente la pareja de defensas (Ciriaco y Quincoces) fue desapareciendo de las alineaciones mientras emergía un nuevo dúo, el formado por Serafín Aedo (Betis) y el culé Ramón Zabalo. Esta línea de zagueros se convirtió en la más brillante de ese año 36 con magníficas actuaciones como ante Checoslovaquia (“trabajo imponderable de toda la defensa española”, según la revista As) y Suiza (“Blasco-Zabalo-Aedo. Aquí estuvo lo más sólido”).

Muguerza monopolizó el medio centro y tuvo a numerosos compañeros en la medular. Entre estos destacó la aparición de Ángel Zubieta que se convirtió en el futbolista más joven en debutar con la selección (lo hizo con solo 17 años). Un récord que duró hasta 2021 cuando lo superó el azulgrana Gavi. Fue en el estadio Letna de Praga un 24 de abril de 1936, cuando Zubieta contaba con 17 años y 284 días. Solo tuvo la oportunidad de disputar otro encuentro internacional más, ante Suiza, en Berna, en mayo del mismo 1936.

 

La delantera tuvo un ala derecha fija (Ventolrá y Luis Regueiro), así como un delantero centro insustituible como Lángara. Entre Regueiro y Lángara anotaron seis goles, tres cada uno a lo largo de 1936. En el ala izquierda se produjeron más cambios: Gorostiza (a quien acusaban de estar perdiendo facultades y no ser ya el mítico “bala roja”)  vio como le aparecía competencia en la figura de Emilín (Madrid). Iraragorri y Lecue compitieron por el puesto de interior izquierdo.

Propósitos truncados

VÍSPERAS DE LA GUERRA CIVIL

Para tratar de paliar los problemas que arrastraba la selección y que se habían hecho patentes en ese año 1936, García Salazar se puso a trabajar en dos direcciones.

En primer lugar, parecía dispuesto a presionar para que los clubes le cedieran a los jugadores sin poner tantos obstáculos: contra Checoslovaquia y Suiza el seleccionador no pudo contar con Marculeta y Gabilondo debido a la poca colaboración de sus equipos de origen.

Además empezaron a negociarse nuevos amistosos con el fin de reforzar la compenetración de los jugadores y el juego del combinado. En cartera había una agenda muy ambiciosa: esperaba poder recibir a Checoslovaquia y Suiza, medirse a Inglaterra y viajar a Austria y Hungría.

Sin embargo, ya no habría tiempo para hacer realidad tales planes. Los partidos ante checos y suizos se convirtieron en los dos últimos encuentros antes de la Guerra Civil que desgarró España, dividió a los españoles y sepultó la primera etapa de la historia de la selección española de fútbol.

 

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