España llegó a la Serenísima República de San Marino con el objetivo de contradecir el nombre oficial de este pequeño y antiquísimo estado, algunos historiadores creen que es el más longevo del mundo, desde el momento en el que sus jugadores saltaron al césped de su estadio.

Desde el minuto uno los pupilos de Albert Celades se hicieron con el control del partido y se acercaban a puerta con peligro mediante jugadas entrelazadas que siempre encontraban finalización. Poco tardaron en encontrar las mallas sanmarinenses. Una jugada fugaz por la banda izquierda llegó a José Gayà quién ganó la línea de fondo y la puso en la cabeza de Munir El Haddadi para que el "9" la empujase a la red y anotara el primer tanto español.

Después de abrir el luminoso, España no bajó un ápice su intensidad y su control del juego. Fruto de ese dominio, Oliver Torres, Gayà y Marco Asensio dispusieron de ocasiones para aumentar el marcador asistidos por Denis Suárez y un hiperactivo y rompedor Gerard Deulofeu, amo y señor de la banda derecha. A pesar de las oportunidades, la Sub-21 se fue al descanso con solo un gol en su haber pero con una sensación de manifiesta superioridad.

Tras el paso por los vestuarios continuó el monólogo español. La Selección Sub-21 no bajó su nivel de juego pero San Marino, como las tres torres que antiguamente velaban por su seguridad sobre el monte Titanio, edificó un muro de futbolistas cuasi-infranqueable delante de su portería que impedían el segundo.

Tenía que llegar

Por las oportunidades creadas y por el juego desplegado España se merecía ampliar su ventaja en el marcador. Fue otra vez Gayà, que completó un partido de ensueño, quien puso por enésima vez el balón al área para que esta vez cabecease a la red Denis Suárez de manera certera anotando el 0-2.

Minutos después, una preciosa jugada trenzada por la banda derecha concluía con un centro del capitán Deulofeu que cedió suavemente de cabeza Borja Mayoral para que el central Jorge Meré marcara el tercer tanto español.

Gol que cerró el marcador y con el que se llegó a la conclusión de un partido en el que, pese a los tres goles de distancia, España mereció mucho más. Primera final ganada para los de Albert Celades.