Cuando hace poco más de tres años las jóvenes estrellas de la Selección Española Sub-19 conquistaron en Tallin todo un Campeonato de Europa seguro que no pensaban en iniciar en el mismo escenario una nueva conquista continental, esta vez en la Sub-21.

Pero así es el camino para varios de los internacionales de una generación ya en puertas de la Absoluta y que ha vuelto a mojarse a orillas del Báltico en lo futbolístico y lo meteorológico para subir un peldaño más en su carrera.

En el primer partido de la fase de clasificación, Albert Celades ha optado por una pareja inédita de centrales formada por Jonny Castro y Rubén Duarte dentro de un equipo con jugadores ya experimentados en la categoría como Kepa, Saúl Ñíguez, Óliver Torres, Deulofeu y Munir entre otros.

La presencia en el once del reciente campeón Sub-19 Dani Ceballos completaba unos mimbres de excepción para empezar a soñar y dominar. Así lo hizo España durante una primera parte en forma de monólogo en el juego y notable fluidez en la circulación sin poder rematar arriba.

Saúl estuvo cerca rebasado el ecuador del primer acto, pero su disparo se estrellaba contra el poste de Tamme y el siguiente chut de Bellerín se perdía fuera por poco. 

El monólogo bajo la lluvia de los Sub-21 tardó 81 minutos en dar su fruto gracias a la buena defensa local  

La tónica seguiría invariable en la reanudación con ocasiones para Óliver Torres y Jonny Castro, cuyo cabezazo rozó la portería báltica antes de que Celades moviese el banquillo dando entrada a Samu Castillejo.

Deulofeu lo intentaba por la derecha, pero la pelota no estaba por la labor y cuando lo estaba, el guardameta estonio sacaba manos prodigiosas como una a Óliver Torres a los veinte minutos de la segunda.  

Los minutos comenzaban a agobiar y todo era un recital de agua desde el cielo, presión incesante sobre el campo y un gol que se resistía.
Todo hasta que a falta de nueve minutos José Luis Gayà rompía el cántaro con su providencial aparición desde el costado izquierdo para resolver un barullo en el área local.

Era el ansiado tanto que allanaba un camino que Deulofeu de penalti y en el descuento terminaba de culminar para dar los tres primeros puntos a la Selección.

De nuevo con dificultades, de nuevo en Estonia, también en Tallin y con la misma agua que caía hace tres años para unos jugadores que, lejos de arrugarse ante la lluvia seguro que volverán a deleitarnos mientras bailan en la tormenta de su juego. Lo mejor está aún por llegar.