El estadio Arena auf Schalke de Gelsenkirchen, escenario este jueves del derbi mediterráneo, tiene entre otras muchas peculiaridades la de contar con un túnel de vestuarios que replica el pasillo de una mina de carbón, donde desde hace siglos los mineros recurrían a un canario para medir la salubridad del ambiente y la presencia de gases nocivos como el letal grisú. 

Por ello, recurrir a la metáfora del canario en la mina equivale a la de sondear la viabilidad de un proyecto, algo parecido para España a la de enfrentarse a Italia en una Eurocopa: someterse a su escrutinio es el mejor termómetro para medir la profundidad hasta la que llegaremos en esta mina futbolística continental.

Así, este 20 de junio a partir de las 21:00 (hora peninsular española, con la1 en directo y seguimiento exhaustivo de este medio oficial) la Selección encara ante los azzurri un examen que si bien no será definitivo para establecer sus posibilidades en el torneo, sí que resultará altamente indicativo de hasta dónde podemos llegar. 

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Será la quinta Eurocopa consecutiva en la que nos cruzaremos con los transalpinos y ninguna de las anteriores resultó inocua: la tanda de penaltis de 2008 abrió el camino a la triple corona, la final de 2012 supuso alcanzar la cúspide para la generación dorada, la eliminación de 2016 clausuró en gran parte a la misma, mientras que los lanzamientos desde los once metros hace tres años en Wembley privaron a España de una final continental a la que debió acudir por méritos.

Esta vez los elogios al juego de la Selección vuelven a ser unánimes tras el brillante debut en Alemania, pero el seleccionador ya ha anunciado que su equipo no se dejará debilitar por los halagos, incluso cuando llegan desde el banquillo rival.

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Luciano Spalletti, técnico de la vigente campeona, alaba el juego de España al tiempo que ha sabido dotar de mayor verticalidad al de sus pupilos, con un plantel renovado que viene de remontarle a Albania en el estreno y basa su fuerza en la energía de los jóvenes Calafiori, Fagioli o Scamacca, junto a la de campeones europeos de la talla de Di Lorenzo, Jorginho o Federico Chiesa. 

Un contrincante muy exigente frente a una España que vuelve a disponer de sus 26 convocados a plena disposición, con Rodrigo Hernández apercibido después de la amarilla vista ante los croatas en Berlín.

El colegiado esloveno Slavko Vinčić dirigirá el encuentro, con el polaco Bartosz Frankowski actuando como árbitro asistente de vídeo

Con una victoria ante Italia, la Selección se catapultaría como primera del grupo B hasta los octavos de final el domingo 30 de junio y frente a un tercer clasificado, todavía pendiente de cerrar la fase el lunes contra Albania en Düsseldorf.

Sería el premio gordo de la noche en pleno territorio minero de la cuenca del Ruhr, donde miles de aficionados españoles picarán piedra desde las gradas de Gelsenkirchen para ver juntos el cielo abierto de los octavos al final de la jornada.